Esperando en la cola para comprar entradas había gente de todo tipo y todas las edades... desde neófitos jovenzuelos hasta curtidos cincuentones... y como no... era de esperar reencontrarme con mi viejo amigo Ubidi y sus colegas rastas luciendo dreadlocks.
Presagiaba una buena velada y acabó siendo perfecta.
En el escenario... guitarra, trompeta, saxo, bajo, bateria, teclados y un coro de dos negritas bailongas que aportaban toda la esencia made in Jamaica.
Max Romeo con sus largas y canosas rastas era puro carisma, era el protagonista, el conductor de la noche, la voz de la experiencia...
Hubieron momentos álgidos, apoteósicos! en que toda la sala cantaba los estribillos brazos en alto, repetían los coros... aquello estaba en ebullición!
Desde que cruzamos la puerta del Apolo una sonrisa invadió nuestras caras, no paramos de pegarnos bailoteos, de reir, de gritar... hacía muchísmo tiempo que no lo pasaba tan bien, en serio!!
Acostumbrado a ambientes rancios donde todo son poses, chuleríos, estreñimientos mentales, dress codes y pijadas varias de tontainas quinceañeros... los conciertos de reggae son toda una lección de libertad para los sentidos.... estar envuelto de gente que se menea, sin complejos, de alegría, buenrollismo total y miradas de complicidad, le regeneran a uno el alma.
Hoy estoy destrozado físicamente... rebentado... jodido pero contento!!! ;)
Waaar ina babylon!!
.....uieeeee!!!...
.... uie... iee... ieeeee!!
Reggae got soul, got so much souuul...cantaban los buenísimos Toots and the Maytals. Pues sí, el reggae es otro rollo...
ResponderEliminarMe flipa el nuevo logo de tu blog ¿es una arbol enraizado en una oreja encapuchada? jajaja Muy bueno!
jajaja, mira que no soporto el reggae... pero creo que el problem no son los ambientes rancios, sino esta ciudad de pose toda ella, salvo efímeras pinceladas de liberación para los sentidos, afortunadamente :)
ResponderEliminar